La exposición “Una brecha en el silencio. Exhumaciones en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo”, está formada por unos paneles con fotografías sobre las dos campañas de exhumación realizadas del 22 al 31 de agosto de 2022 y del 24 de julio al 18 de agosto y del 27 de septiembre al 11 de octubre de 2023, acompañados de textos que explican:
- El origen y objetivos del proyecto de “Búsqueda, exhumación e identificación de víctimas de la violencia franquista enterrados en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo” (financiado por la Secretaría de Estado de Memoria Democrática),
- el contexto histórico sobre cómo se produjeron las condenas a muerte,
- la aportación de la Ciencia (Arqueología, Antropología y Genética) en el proceso de exhumación e identificación de las víctimas, y
- la importancia del estudio de la cultura material que acompaña a los cuerpos.
Las fotografías han sido realizadas por tres fotógrafos profesionales, Álvaro Minguito, David F. Sabadell y Elvira Mejías.
Las imágenes de la excavación hablan inevitablemente de la muerte de las personas que buscamos. Sin embargo, los objetos que recuperamos junto a ellas hablan de su vida, y por eso forman parte de la exposición. Han sido seleccionados 142 objetos que pertenecen a 18 de los individuos exhumados, y se encuentran en 9 vitrinas. Han sido restaurados por Margalida Munard y Bernat Burgaya, colaboradores desde casi una década con la Sociedad de Ciencias Aranzadi en la restauración de objetos de las fosas de Mallorca. El objetivo de su trabajo es estabilizar los materiales, detener los procesos de degradación propios de cada material. Hay materiales orgánicos, como el cuero y la tela, metales como el hierro, el cinc, el cobre… y también caucho y cerámica; y han procurado, en la medida de lo posible, devolverlos su forma original.
En las vitrinas pueden verse botones, hebillas de cinturón, suelas de zapato, calzado, monedas… objetos sencillos, asequibles, para su uso diario en entornos habituales, con los que se tenía una relación cotidiana e íntima, que están impregnados del día a día de las personas que los usaban. Por eso, es importante mostrarlos.
Cuando se observan los botones de las vitrinas, se puede evocar a esos hombres abrochándose la camisa por la mañana, preparándose para ir a trabajar; los peines evocan ese gesto de coquetería que es colocarse el pelo durante la jornada; las monedas pueden evocar a uno de esos hombres metiendo la mano en el bolsillo y contando los céntimos para pagar el pan antes de volver a casa.
Los objetos que se han encontrado en las fosas forman parte de la biografía de esas personas y también dan pistas sobre su estatus, su oficio, su identidad...
Aunque no se pueda en estos momentos ponerles un nombre, es fácilmente imaginable que los objetos hallados junto al cuerpo denominado “CV’23-UE405” nos dicen que era un hombre de campo, que quizá fue detenido cuando volvía a casa de trabajar, llevando en sus bolsillos su navaja y su mechero, una cartera con 10 monedas, un rollo de alambre y calzando sus abarcas de suela de caucho y tiras de cuero.
De la misma manera, el denominado “CV’23-UE464” debía ser un hombre elegante, pues llevaba unos gemelos de bronce con baño de oro y unos enganches para sujetarse los calcetines. Además, tenía una prótesis dental con fijaciones de oro, algo que no todo el mundo podía permitirse en aquellos momentos; es posible inferir que su estatus económico sería elevado.
Y también el del denominado “CV’23-UE407”, pues guardaba en un bolsillo un bote de pastillas de insulina, era diabético. La insulina es una hormona que regula el azúcar en sangre, que fue descubierta en 1921 por Banting y Best, quienes recibieron el Premio Nobel de Fisiología y Medicina dos años después. Es un descubrimiento que cambió de forma radical la vida de los diabéticos, aumentando su esperanza de vida hasta 30 años. Se extendió rápidamente en Occidente. Al restaurar el botecito se ha comprobado que ha sido producido en un laboratorio escandinavo, uno de los primeros en dedicarse a la investigación y fabricación de la insulina en Europa. El pediatra catalán Rosend Carrasco i Formiguera la introdujo en España en octubre de 1923, solo dos años después de haber sido descubierta. En 1924 se hacían eco de ello en un artículo del Boletín Médico de Baleares en el que se decía “el máximo inconveniente de la insulina es su elevado precio”. En 1939 aún sería cara, lo que indica que este individuo podía permitirse el tratamiento, quizá era médico… aunque no consta en las fichas de los consejos de guerra que hubiera ningún médico.
Los antropólogos forenses están sacando mucha información de todos estos objetos y ello ayuda, sin lugar a duda a la posible identificación. Sin embargo, se hace imprescindible que los familiares aporten cualquier información que sepan de la víctima: defecto físico, enfermedad,… y, por supuesto, que donen una muestra de saliva para obtener el ADN familiar.
Hasta el momento actual la exposición ha estado en:
- Del 16 al 24 de mayo, en el Centro Municipal de Formación Ocupacional Marcelino Camacho, de San Sebastián de los Reyes.
- El 29 de mayo en el Centro Cultural Valverde, de Fuencarral.
- Del 13 al 21 de junio en el Centro Cultural Pablo Neruda, de Colmenar Viejo.
Tras las vacaciones de verano se llevará la exposición a otros pueblos de la zona Norte de la Comunidad de Madrid.
Esta exposición ha sido posible gracias a una subvención de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática a la Asociación Comisión de la Verdad San Sebastián de los Reyes en la convocatoria de 2023. Han colaborado en el proyecto la Sociedad de Ciencias Aranzadi y la Asociación Cultural Equipo A de Arqueología.